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La Familia: primera unidad de producción

  • Foto del escritor: Prof. Gerardo Tozzi
    Prof. Gerardo Tozzi
  • 19 sept
  • 4 Min. de lectura
La familia tipo como unidad productiva
familia tipo como unidad productiva

Acercarse a este tema tiene una profunda importancia y se debe a un claro problema relacional respecto de la capacidad de objetivar el mundo desde la empresa y su subjetivación desde la familia.


No podemos negar que todos nos organizamos en familias con características muy semejantes, pero que en la mayoría de los casos tiene importantes e imperceptibles diferencias ideológicas.


Sin duda, las diferencias de experiencias se pueden acotar a la capacidad económica y al hábitat de las mismas, pero en su concepción no registran serias diferencias conceptuales. Debo aclarar que este artículo de ideas acerca de la familia, no tiene relación concreta con la organización familiar que cada integrante de un ámbito pueda o quiera valorar. Si alguien en forma absurda o primaria personaliza estas ideas, solo puedo decirle que debe ubicarse como científico social, y no como familiar.


Quiero afirmar que el origen de la familia y su definición están ligados a dos elementos

básicos de la especie:


  1. La supervivencia de la especie.

  2. La colaboración de dos complementarios.


Descarto entonces que el eje de la definición de la familia sean el amor conyugal, la fidelidad y su carácter sagrado. Es más, puedo afirmar que los tres elementos expuestos en el párrafo anterior son capas de barniz para ocultar la directa relación de FAMILIA = PRODUCCIÓN.


Partiendo de este concepto, la familia tiene su origen en un fortísimo condicionamiento económico y social que se legaliza a través del acto religioso. En realidad, el matrimonio religioso es una suerte de legalizador de una unión que debe asegurar a los unidos la supervivencia y evitar los desafíos del amor.


El amor es de por sí AZAROSO, INCIERTO E INSEGURO, por eso no puede ser vehículo perdurante en la unión de los cónyuges. Es así que los hijos se convierten en vehículos sustitutos del amor que nunca estuvo o dejó de estar. Plantear entonces la unión amorosa y religiosa de los cónyuges es, sin ninguna duda, una verdad a medias.


De hecho, no descartamos que la proximidad física y afectiva estimule los sentimientos humanitarios entre los esposos, pero de allí a sostener el mismo por amor hay un gran paso. Lo singular en la historia de la familia es la familia por amor, lo plural, lo común es acceder a la familia para perpetuar la clase socio económica cultural que hemos alcanzado. Aceptamos que la familia es una unidad educativa. Como todo ámbito educativo tiene un programa al descubierto y otro encubierto.


Sería imposible que alguien dijera descubiertamente la verdad de esta unión. Es aquí donde la forma de ocultar dicha unión por supervivencia de clase hace aparecer el concepto de fidelidad. Se ejercita como fidelidad entre cónyuges, pero en realidad es la fidelidad a la clase social.


¿Por qué surge entonces la infidelidad?


Podríamos responder simplemente: A causa de la pérdida de la moral de alguno de los esposos. Pero profundizando el tema, podríamos inferir que la infidelidad es la muestra más clara que la unión se sustenta en la producción y que la atracción misma del amor se produce en otro sector social de la vida del cónyuge.


La dicotomía permanente entre Amor y Producción hace que la familia se construya sobre la fidelidad a la clase social y la fidelidad a la necesidad de amor. Bajo este concepto, la fidelidad a la clase es el estado de vida más pobre al cual podemos someternos, ya que niega el amor como vehículo de unión y asume en la seguridad de la manutención una forma de vida valorada.


Para ser fiel a la clase social se debe extirpar la variable Amor, su riesgo y sus consecuencias. Asumiendo este proceso las relaciones prematrimoniales prohibidas, como consigna de la clase social, y la virginidad como valor, se convierten así en pautas y productos, ofertables a quien adquiera este cónyuge como integrante de esa unidad de producción. La relación Mujer Virgen/capacidad adquisitiva de la familia es el precio más alto que se puede pedir por participar de las regalías de la unidad de producción de la cual provienen los cónyuges.


El ejemplo más claro es la Virginidad de Isabel la Católica, su virginidad era un valor superlativo en la unión de Castilla y Aragón y si profundizamos, su virginidad dio origen al Reino de España. Queda entonces demostrado que la familia es una unidad de producción que permite entonces la supervivencia de la especie.


Queda por explicar ahora por qué se necesita colaboración para que la misma pueda perdurar. El amor no es colaboración, aunque la colaboración es parte del amor.

De modo que colaborar para sobrevivir se puede hacer con éxito en ausencia del amor.


¿Por qué colaboran hombre y mujer para sostener la familia?

Es la pregunta que nos debemos formular.


La respuesta tiene tres ejes fundamentales:


  1. Para asegurar sus relaciones genitales, sin riesgo, con posible reproducción y

    en un marco legal.

  2. Para asegurar la salvación de la clase social de origen (buena madre, buen

    padre, buen esposo).

  3. Para asegurar la continuidad de la unidad de producción en la clase social

    originaria.


Analicemos entonces cada uno de estos aspectos:


  1. No existe relación sexuada más previsible continua y menos desafiante que la que avala la ley. Esto hace que esté plenamente exenta de riesgos y que, exenta de amor, solo sea mensurable y reconocible por reproducción. Con un análisis más profundo tendríamos aquí el origen del machismo. Se convierte así la relación genital en un acto importante de colaboración, solapado de amor por la legalidad de la relación.


  2. La colaboración aparente de fidelidad al hogar, tanto al cónyuge como a los hijos, asegura la pertenencia a la clase social, que entonces es receptiva a las relaciones con sujetos de probada participación en los códigos explícitos.


  3. Los hijos son entonces preparados para aprender esta dicotomía y aborrecer violentamente cualquier acción que atente o proponga la pérdida de los bienes adquiridos por la Unidad de Producción.


Así, supervivencia y colaboración son los opuestos más frontales del amor. La familia

romántica fue una primavera del estado de BIENESTAR MODERNO, de allí que en el futuro los postmodernos solo tiendan a formar UNIDADES DE PRODUCION, y quizás sinceren la situación mucho mas honestamente que los modernos de mi generación.

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