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El alumno que quería ser aplazado

Actualizado: 19 ene


*Del prof. argentino Gerardo Tozzí, un daño colateral.

ANALOGIA A LA ARGENTINA DE UN CUENTO DE FERNANDO SAVATER.


Se sitúa en una Buenos Aires de la actualidad, en el pasado inmediato y el futuro cercano. Santiago es un alumno de edad regular, en una escuela regular.

Hacia finales de los años 2020, se formaba en una sociedad anómica, hipócrita y con una rebelión incruenta de todo adolescente del barrio de Palermo.


La familia no se resistió, durante el siglo pasado, a ser manipulados por el Estado y el mercado alternativamente de acuerdo a los gobiernos de turno. Finalmente se adaptaron al paternalismo estatal y a la mediocridad social como paradigma de vida.


Santiago, inclusive, daba exámenes donde denunciaba la angustia existencial del ser humano bajo el capitalismo de amigos y el paternalismo estatal. Vivía ahora en una sociedad superprotegida, aunque también hipercontrolada por los estamentos del Estado, la delincuencia organizada y la escuela angelical.


En dicha escuela, Santiago, o “Santi”, o “Tiago”, como lo llamaban, su apellido había sido literalmente eliminado por fascista, aprendía que los impuestos serían denominados: “aportaciones voluntarias”; que no trabajar era un derecho de la libertad positiva, que el tiempo libre podría duplicar el tiempo útil, que la irresponsabilidad era una actividad y una actitud desprendida del derecho positivo y así muchas otras cosas más que lo orientaban socialmente en el estado a través de la escuela secundaria.


Era un mundo de infelices donde se procuraba evitar y evitarse cualquier razón para la infelicidad. Santiago se aburría profundamente. Sus padres eran tan predecibles que no lo interpelaban en nada. Sus hermanos parecían clones de años anteriores.


La tarde que inicia este relato Santiago estaba en clase de historia. El tema que se trataba era las consecuencias de la 2da Guerra Mundial. El profesor lo llamó al frente para que desarrollase el tema en forma oral. Santiago estaba harto de repetir los textos sin discriminación ni duda alguna. La suspensión de la historia y su reemplazo por relatos era casi completa. El relato era siempre el mismo a través de los últimos 30 años.


Hacia un calor insoportable, no había almorzado, había discutido con sus padres, peleado con sus hermanos por el desorden de su cuarto y hacía dos días que su

novia de 4to año le había dejado de dirigir la palabra. Finalmente, el profesor le pidió que desarrollase el tema y Santiago contestó de mal tono:


- No estudie.


El profesor comenzó con una serie didáctica de artilugios pedagógicos, para intentar hacer que Santiago contestara sobre el tema. Su única respuesta fue:


- No sé , no leí, no lo encontré.


El profesor estaba agotando los recursos y finalmente preguntó:


- ¿Por qué no estudió nada?


Santiago contestó:


- Porque no tenía ganas ni me interesaba el tema.


El profesor le dijo que: “él debía saber algo, inclusive si le contaba alguna película de la 2da Guerra podía aprobar”.

Santiago le dijo que: “ no había visto, ni recordaba ninguna película de la 2da Guerra y que le pusiera el aplazo correspondiente.”


El profesor cortó la clase y llamó a los directivos, estos convocaron al gabinete pedagógico y dijeron que Santiago estaba “aprobado”, que el motivo de no saber el tema era culpa del capitalismo, y esto lo eximía de ser responsable, pero que sería trasladado a un colegio donde se lo trataría con mayor benevolencia por su angustia existencial. Ya que en la nueva sociedad paternalista, el concepto de culpa no existía ni existirá. Por lo tanto no se tomaría nunca ninguna medida académica ni disciplinaría contra él. Sólo se lo trasladaba de escuela para ser tratado en forma más benevolente.


En la nueva escuela se han eliminado todos los antecedentes del incidente que protagonizó Santiago. Se lo invita a que reanude su vida social y deportiva con cotidianeidad. Pero Santiago desea que se le coloque la nota de historia. Única forma que entiende él de considerarse un ser libre y con autonomía moral, herramientas que justificarían seguir estudiando (esto era increíble para un sujeto de su edad). Todos sus esfuerzos fracasan, ante cada pedido recurrente de que se le coloque el aplazo. Por decidir libremente no estudiar, Santiago es considerado cada vez mas desequilibrado y menos culpable y no responsable por no estudiar. Finalmente cuando termina la escuela secundaria acude a un periodista que le dejaría explicar el por qué de su conducta y de su reclamo.


Pero lo presentan en televisión como un “raro espécimen de inadaptado”. Y el periodista concluye con la siguiente frase la entrevista:


- Hay veces en la vida que no queda mas remedio que confesarse que existe una cosa llamada conciencia”.


La novela acaba con Santiago egresado con honores por el plan FINNES y becado en un manicomio de oficios y laborterapia que lleva por nombre: “ PARQUE DE LA FELICIDAD”.


El Prof. Gerardo Tozzí se preguntó al terminar esta historia lo siguiente:

¿Cómo funciona y para qué funciona la escuela argentina?

¿Por qué somos “pobres materiales” y “miserables morales”?

¿Por qué los “corruptos” son admirados?

¿Por qué el absurdo nos gobierna y “los irracionales” son los elegibles?


Aportes para interpretar un modelo destinado a fracasar.

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