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Antes del Fin

  • Gerardo Tozzi
  • 27 may
  • 3 Min. de lectura
Un reloj que se desvanece
"En nuestros locos intentos renunciamos a lo que somos por lo que esperamos ser" *(Shakespeare)
Hay golpes en la vida tan duros, Golpes como el odio de Dios. *Vallejo. (Antes del fin) Ernesto Sábato.

¿Qué espero ser? ¿Qué elegiré ser?


Todo lo logrado en los últimos 30 años se me ha escurrido entre las Manos.

La comprensión del mundo, los instrumentos aprendidos para sobrevivir en él, los afectos que me daban el sustento trascendente, todos los bienes materiales que me identificaban, han desaparecido.


Soy solo aquello que fui en el origen de mi existencia, sin piel que me recubra, la luz del sol me está quemando hasta la última escara de mi vida anterior.


Es el tránsito terreno hacia la casa del Señor, el camino necesario para dejar de existir aquí y nacer en el mundo de Él. Vivirlo como una gracia y una oportunidad de una muerte digna y no una adaptación en discordia sobre días prestados, es el desafío que Él me ha echado por delante.


Aceptar lo innecesario de tantas cosas es el camino a discriminar aquello que hace a mi

existencia perdonar la opulencia insultante, aceptar la desdicha inherente a mi propia vida. Los hijos que no serán, la mujer que no dormirá nunca a mi lado, la casa que no habitaré, las plantas que no veré crecer, no deben impedir que camine hacia la armonía individual en esta última etapa.


Viviré en la eterna oscilación entre la desesperación y la esperanza, alejándome y acercándome cada noche del único problema filosófico real, el suicidio, el determinar cada día si vale la pena seguir viviendo ante el desafío que el creador nos deja por delante.


Todo, y absolutamente todo, deja su lugar en esta última etapa para dar espacio a la elección del camino final. Es antes del fin, cuando uno ya ha abandono la energía del trabajo y la pasión de los proyectos, cuando no eyectamos más, cuando estamos anclados en los momentos de resplandor de la vida y giramos en forma distraída sobre el tiempo y el espacio, es cuando sabemos que ningún helicóptero vendrá a nuestro rescate, ninguna antigua relación nos tendrá piedad, ninguna tecnología nos dará el instrumentos facilitador. Es antes del fin, cuando solos debemos elegir entre la desesperación y la esperanza. Es allí cuando descubriremos con asombro que todo lo que perdimos no serviría de nada si lo tuviéramos, porque lo que debemos decidir es si logramos rescatar el rastro de humanidad que perdimos en todos estos años de civilizarnos.


Hoy estoy extraviado, entre túneles de conocimientos y razones. Mi corazón se salió del molde para avisarme que el desafío se hace impostergable. Es ahora, antes del fin, que lo único que me permitirá decidir es el uso de él y no su silencio.


Y antes del fin, decida lo que decida, tus ojos verán latir mi corazón y mi corazón se apagará en tus ojos, porque hay solo dos interpretaciones para poder decidir, o tus ojos despertaron mi corazón como regalo de Dios o tus ojos fueron el golpe de odio divino a mi tranquila y obediente razón.


De todas formas, lo singular ha sido el despertar de mi corazón y el derrumbe de la razón. El carro se ha volcado, los caballos se han dispersado y el mundo no tiene idea de lo que me ha pasado.


Antes del fin.

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