top of page

EN TERAPIA: DON JOSÉ

Actualizado: 19 ene


Don José caminaba pensativo. Hacía más de 160 años que había dejado la tierra, pero el recuerdo de sus últimos años en la misma no le dejaban paz. Había conversado y trabajado con los mejores Ángeles curadores de aquellos que morían en el olvido y la miseria y al principio mejoraba su ánimo, pero mas tarde que temprano volvían esos pensamientos que no le daban la paz eterna que el Señor le había prometido cuando lo recibió en su Reino.


Por las tardes José se encontraba a tomar mate con su amigo Simón, ambos jugaban al ajedrez y no se sacaban ventaja, no se sabía si era para seguir jugando o por el respeto que se tenían, hacía tiempo que su rutina no variaba, les gustaba cabalgar en paisajes cordilleranos, escribir sobre la responsabilidad y la libertad y escudriñar el espíritu de los pueblos.

El Señor los miraba a la distancia complacido de su humanidad y sus pasiones, tenían temperamentos diferentes pero en el carácter eran semejantes.

Pero Simón hacía tiempo que veía a su amigo más pensativo que de costumbre, si bien nunca se preguntaban nada sobre lo que habían hecho en sus vidas terrenales, llego un momento en que después de un largo silencio, Simón dijo:

- José: tenés que resolver tu angustia, no podes pasar la eternidad en esta melancolía, te merecés otra forma de estar en el cielo.


José no dijo nada y Simón respeto su silencio. Así pasaron otros tiempos, y un día llego Manuel, quien solía venir puntualmente una vez por mes, pero se lo veía muy pensativo, Simón le pregunto qué le pasaba y Manuel contesto:

- ¡Me robaron el reloj!

Los tres hicieron silencio, José recordó cuando robaron su sable corvo, y Simón se lamento que hacía unos días le dijo a José que sus granaderos andaban tocando canciones populares y de mundiales de fútbol con sus uniformes desabrochados por la calle.

Por fin José miro a sus dos amigos y les dijo:

- Amigos, necesito saber si había otro camino en mi vida. Sé que fui libre pero ¿habré estado tan equivocado que mis granaderos y tu reloj se los pueden robar como si fueran gallinas?

Simón los miro y dijo:

- me parece que nos robaron la revolución. Manuel a vos te robaron la bandera, a José le robaron el Plan Continental y a mi me robaron el Congreso de Panamá y Panamá.

Se produjo un silencio, y Antonio (Sucre) que escuchaba a prudente distancia, se levanto y les ofreció hojas de coca del Alto Perú y les dijo que mascaran las hojas y sus penas.

El señor veía esta escena y se conmovió, entonces se acercó a los cuatro y les dijo:

- Como yo lo veo, tienen que conversar con alguien que los ayude a procesar lo que vivieron en sus vidas terrenales. Vamos a empezar con José que es el que veo más confundido y angustiado. José volverás a la tierra y probarás con un método que ayuda a las personas a aceptar el mundo como es, LA TERAPIA.


Los cuatro miraron con verdadero asombro al Señor, pero ninguno sostuvo la vista por más de un segundo. El Señor sugería cuando ordenaba y ordenaba cuando sugería. Como tremendos militares que fueron, se dispusieron a cumplir con esta orden.

Al día siguiente despidieron a José, quien partió rumbo a la Tierra y se alojó en una casa del barrio de Palermo en Buenos Aires. A media mañana se acerco el portero y le entrego una dirección en donde debía ir a las dos de la tarde para su primera entrevista con el terapeuta.

José se dedicó a descansar y miraba por la ventana, esa ciudad extraña en la cual convivían hurtos de alta gama, cartoneros, punguistas, narcotraficantes, amas de casa, trabajadores y una suma de colectivos y taxis de dudoso cumplimiento de las normas de tránsito.

Finalmente se vistió y salió para la calle Arenales al 2230. 3er piso Dpto. B. Tocó el timbre y un señor muy afable le dijo "pase Don José, lo estaba esperando, estoy aquí para ayudarlo a resolver su angustia, durante el tiempo que necesite y no se preocupe por los honorarios, el Vaticano ya se hizo cargo de todo".

José, sin saber cómo le contó su vida terrenal, su nacimiento en Yapeyú, su paso por las armas en España, su viaje a Buenos Aires para dirigir la liberación de América, el Plan Continental, su paso de los Andes, Chacabuco, Maipú, Cancha Rayada y el Repaso de los Andes, su desobediencia y su paso a Chile y la independencia de Perú, y después el retorno, el ostracismo y el olvido y de allí a la pobreza y después la muerte. Y ahora la melancolía y la angustia de no saber si había otras formas de vivir esa vida terrenal que el Señor le otorgó. Todo esto relató José como nunca relataba Don José.

El terapeuta reflexionó, y le dijo:

- Creo tener algunas respuestas, pero antes dígame las tres cosas que usted jamás resignaría y que no resignó en su vida terrenal, para poder confirmar las presunciones que tengo para decirle.


Don José sin tener que pensar mucho le dijo:

- Primero: la libertad de mi pueblo es mi libertad. Segundo: las máximas son la educación de mi hija y esa educación no es resignable. Tercero: jamás desenvainar la espada para combatir a ningún compatriota,

- Mire Don José -dijo el terapeuta-, usted decidió ser inflexible, un hombre moderno, lleno de principios y tuvo la suerte que los tiempos lo ayudaron a lograrlos, pero ¿a donde lo llevaron sus principios? A una vejez pobre y solitaria, sin cosas que disfrutar, sin amigos que compartir, sin un lugar en su historia personal que recordar, proscrito, alejado de todos y todo, negado por sus compatriotas que finalmente lo depositaron fuera de la catedral. No se preocupe, Dios lo sabe y algún día lo arreglará. ¿Por qué, don José, no fue mas flexible? Por ejemplo, ¿por qué tres países, y no uno? ¿Qué le costaba castigar a Artigas si después seria igual el padre de la patria uruguaya? ¿Qué le costaba perder algunas batallas, aceptar granaderos corruptos o débiles? ¿Qué le costaba dejar en manos de sus suegros a su hija por más mal criada que fuera? Usted, Don José, se opuso a Maradona. Fíjese, él hizo un gol y después se dedico a ser grosero, transgresor, y machista. Dice ser dios y tiene todos los pecados y algunos inventados por él, ¿y cómo le dicen en su pueblo? Le dicen dios, Don José. Maradona jugó al fútbol, y le dicen dios, y usted ¿Qué suponía que pasaría con su inflexibilidad y su conducta ejemplar, cómo pensó que le dirían en este país?

Don José lo miro y anonadado por la reflexión el terapeuta, balbuceó,

- ¡que me paguen la jubilación para no tener que vivir prestado mis últimos 25 años de vida en el exterior!.

El terapeuta le dijo:

- Don José, usted fue un iluso, usted tuvo en sus manos las arcas de tres provincias, y la de un ejercito de tres países, ¿Cómo no guardo para cuando no estuviera en el poder?

La pregunta, Don José, es: ¿usted es argentino? ¿los argentinos lo consideran argentino? o mejor ¿lo consideran real o un invento moral para compensar tanta flexibilidad en sus conductas? Don José, con un vuelto después de Maipú no habría sufrido en su vejez, y nadie le hubiera reclamado nada.

Don José, usted tenia otros caminos pero decidió ser inflexible con su tarea y sus principios, y por eso está angustiado, usted no supo ser flexible. En su país la flexibilidad es sinónimo de éxito político económico y de muchos amigos.

Vaya, reflexione y nos vemos mañana a la misma hora.

José se puso el abrigo y salió a la calle. Una llovizna tenue de sudestada gris caía con parsimonia. Caminó por Callao hasta Córdoba, y se acomodo en un café frente al hospital Metropolitano de los docentes. Allí vio una vieja maestra que trataba de llegar al mismo. José se paro y le peguntó; -¿señora usted es maestra jubilada?

La señora de unos 75 años dijo con orgullo:

- Directora hijo, Directora jubilada y profesora de historia, del colegio General Don José de San Martín. 40 años al frente de los alumnos y ahora vengo a retirar un descuento para mis remedios, aquí ser maestro es difícil pero jubilado es mucho más.

Don José la invito un café, y le dijo:

-¿dígame Directora, qué enseñó con mas pasión?

La vieja maestra dijo:

- Las máximas del General a su hija, y el Cruce de los Andes. Sabe, es educación y riesgo, todo lo que no hay ahora en este mundo flexible, líquido y cruel, falto de símbolos que nos protejan.


Luego, la hija le avisó que ya la esperaba el médico, y la maestra le preguntó - ¿Cómo se llama usted, hijo?


Y Don José, le dijo -Pepe. Solo dígame Pepe.

Pepe se fue a su hotel, pasó la noche recordando su falta de flexibilidad y su conversación con la maestra. Como a las 5 de la mañana tenía otro ánimo, las ideas se le habían aclarado, estaba de buen humor, se fumó un buen puro, pidió al bar del hotel un buen vino y a las 2 de la tarde estaba entrando a la sala de su terapeuta.

Después de los saludos el terapeuta le dijo:

- Y, Don José ¿pensó en todo lo que hablamos ayer?

Don José le dijo:

- Amigo, llámeme Pepe, seamos flexibles. Mire, solo valgo un billete, de 5 pesos y mi amigo Manuel uno de 10 pesos, los granaderos cantan la mancha de rolando y el reloj de Manuel lo vi esta mañana en la calle Esmeralda. Seamos flexibles, dígame Pepe el de 5 pesos.

El terapeuta sonrió complacido. Don José abandonaba por un tiempo sus principios, se podría dedicar a si mismo, dejar por un tiempo de pensar en las máximas de su hija y la educación de los niños y jóvenes y en la formación de soldados y los ciudadanos y la libertad de los pueblos.

De pronto noto que don José, o Pepe, como quería que lo llamaran ahora, estaba jugando con el sable corvo como un niño con un juguete. Asombrado, le preguntó por qué tenía su sable con él, siendo este un objeto tan valorado.

Pepe le dijo con claridad:

- Mire doctor, los granaderos cantan la mancha de rolando, custodian presidentes ladrones y mentirosos y si hay golpes de estado no los defienden. Las máximas que escribí para mi hija son reglas que ningún padre haría cumplir por inflexibles o por que no aguantan la cara de puchero de sus hijos. Mi billete de 5 pesos dice que aquí la moneda no vale casi nada. Estoy enterrado fuera de la catedral metropolitana, de modo que la Iglesia no me acepta, y todo por ser inflexible. Así que le voy a dar una extraordinaria noticia: yo, a partir de hoy, voy a ser flexible. Estoy jugando con el sable por que me parece que se me fue la mano cuando dije que no levantaría mi sable contra ningún argentino. Quizás, si lo hubiera hecho tendría jubilación, ¿no le parece?

El terapeuta dijo:

- Podría ser, puede tener razón Don José.

Entonces Don José. ahora Pepe, tomo su sable corvo y le corto de un solo golpe la cabeza al terapeuta. Después la puso en una cesta y volvió con Manuel, Simón y Antonio, que estaban esperando su regreso. Lo vieron llegar con una sonrisa y ya no estaba encorvado. Venía sobre un caballo blanco, con el uniforme desabrochado y jugando con el sable corvo en una mano y el reloj de Manuel en la otra.

Los tres se quedaron atónitos, viendo a Don José en esa forma, se les confundió la alegría de verlo bien y contento con la duda sobre si había enloquecido.

Don José les dijo:

- Amigos, Don José ha muerto, ahora soy Pepe. Tomá, Manuel, aquí esta tu reloj. Simón, este es el pajarito que dice que habla con Chávez, y Antonio, aquí la pelota pinchada con que el Evo Morales de Bolivia juega con el ogro Fabbiani, ese gordo raviolero. Y lo mejor, miren la cesta.


Simón abrió la cesta y vio la cabeza del terapeuta. Tenia los ojos abiertos en gesto de pasmosa incredulidad.

Manuel, le dijo: ¿Qué hiciste José?

- Soy flexible, Manuel. Liberé América de nosotros, y me liberé de mi inflexibilidad de proteger la vida. Ahora mi sable se levanta contra cada argentino que dice y cree que ser flexible es sinónimo de ser corrupto. Amigos, afilen sus sables, y seamos flexibles, que hay cabezas para todos.

Y el Señor se sentó a mascar coca con los cuatro, y Lucifer empezó a separar un cuarto grande para recibir y acomodar cabezas de corruptos como nunca antes habían llegado a su reino.

GERARDO OSCAR TOZZI.

RESISTIR, CONSERVAR, REVOLUCIONAR. NUMERO 165.

150 visualizaciones0 comentarios
bottom of page